Friday, July 28, 2006
SEPTIMIO ODENATO.........A mitad de la década de 250-260, las fuerzas persas lanzaron un ataque devastador contra las posesiones romanas en Mesopotamia. Dura Europos, una importante ciudad comercial y avanzada de las fuerzas romanas en el Éufrates, fue conquistada y destruida (para siempre) por el rey sasánida Sapor I. El ataque persa no se detuvo allí; el avance prosiguió hasta la misma Antioquia siendo la metrópoli asaltada y saqueada. Durante los siguientes años, con los romanos a la defensiva, los persas les fueron arrebatando una a una todas las ciudades de Mesopotamia, empujando la frontera hasta el propio cauce del Éufrates. La respuesta romana no podía hacerse esperar más. El emperador Valeriano, al frente de un nutrido ejercito de 70.000 hombres, atravesó el gran río hasta encontrarse con los persas en la región de Edessa. Por desgracia para los romanos, el propio Valeriano y alguno de sus generales, traicionados, cayeron en manos de Sapor, tras haber sido citados para una conferencia. El ejército romano, atacado luego por los persas, no pudo sostenerse sobre el terreno y fue destrozado por sus enemigos.
Tras la eliminación del grueso de las fuerzas romanas en oriente, las provincias asiáticas quedaron ahora a merced del ataque del rey sasánida. Mientras tanto en el propio imperio, estallaban una serie de graves discordias civiles que anulaban cualquier capacidad de respuesta romana en Asia. En este contexto, y con los ejércitos persas entrando ya en Siria y Capadocia, nos encontramos con el protagonismo de Septimio Odenathus.
Las primeras referencias que tenemos sobre Odenato (así lo mencionaremos a partir de ahora) son de principios de la década 250-260, donde aparece como, a título honorífico, miembro del senado de Roma. Incluso es posible, si hacemos caso de la epigrafía conservada, que podría haber sido nombrado, durante algún periodo de la década, Dux Romanorum de Siria. Cuando la frontera romana se derrumba ante el ataque persa, Odenato milita junto a sus fuerzas con los romanos; es el primer hombre de Palmira, y aunque es difícil asociarlo al título de Emperador, parece que se comporta como tal. Es apreciado por Valeriano, junto con el cual también lucha contra los sasánidas, Al final, la captura del emperador y la posterior derrota del ejército romano catapulta a Odenato a una posición, como veremos, de indudable protagonismo.
El año 260, las fuerzas romanas en Oriente luchan con tenacidad pero con pobres resultados. Sapor penetra hasta Siria y Capadocia casi sin oposición. La lista de las ciudades atacadas y devastadas es amplia; solo en Capadocia se mencionan 37 asentamientos asaltados y saqueados. Pero cuando Sapor debe dar por terminada la campaña y se dispone a retroceder, se encuentra con que Odenato acosa con éxito a las columnas persas en retirada, debido a que éstas deben moverse muy lentamente por el gran botín obtenido (sobre todo cautivos) que arrastran consigo. Este pequeño éxito local, que es aprovechado por la propaganda romana, no esconde la debacle sufrida por el poder de Roma en Oriente: se ha cedido todo el territorio al otro lado del Éufrates y el ejército romano ha perdido toda capacidad de reacción.
LA GUERRA CIVIL
Pasado el peligro inmediato representado por los persas, los romanos se vuelcan ahora en sus disputas internas, el ejercito (o más bien, los generales del ejercito oriental), rechazan al hijo y sucesor de Valeriano, Galieno, y entran en abierta rebelión. Macriano es elegido entonces emperador, es el mejor de los generales de Valeriano, que reúne ahora al grueso del ejercito de campaña, unos 30.000 hombres, y marcha contra Occidente, dejando totalmente inermes las fronteras del este.
Pero Galieno, incapaz por el momento de ocuparse de las provincias asiáticas, no se rinde y opta por acercarse a Odenato, a quien le encomienda “legalmente”-posiblemente con el titulo de Dux Romanorum- la defensa de sus fronteras. En el año 261 reúne Odenato un conglomerado diverso de fuerzas: por un lado, los restos de las fuerzas romanas en Asia, guarniciones y auxiliares menores (recordemos que el grueso del ejercito oriental ha sido retenido por Macriano, presto a comenzar una nueva guerra civil); por otro, cuenta con cierto número, seguramente grande, de tropas palmiranas, con su correspondiente caballería pesada (catafractos), y sus aliados árabes, sirios y sarracenos. Con este improvisado aunque bien organizado ejército, Odenato avanzó sobre Mesopotamia. Allí derrotó a Sapor con tal contundencia, que tomó su campamento y capturó a algunas de sus esposas, abandonadas en la precipitada fuga, además de buena parte del tesoro. En su fulgurante avance llegó hasta las puertas de Ctesifonte, la capital enemiga.
Es difícil acertar a explicar este abrumador éxito militar, se apunta el hecho de que Palmira, que sin duda dispone de unas sólidas fuerzas militares, al encontrar amenazados sus intereses comerciales con la victoria persa, ha volcado toda su energía, militar, económica y diplomática, en articular esta poderosa fuerza de choque, que bajo Odenato, consumado estratega, ha demostrado ser imbatible al menos para este temido y, eso si, conocido para ellos, enemigo oriental.
De vuelta a Siria, Odenato recibió noticias de la muerte de Macriano en batalla. Así que, actuando ahora bajo la cobertura que le daba su designación por el emperador Galieno, apresó y ejecutó a los restantes oficiales (entre ellos el hijo y sucesor de Macriano, Quieto) que habían intervenido en el complot, apropiándose además de las tropas que todavía comandaban.
SEGUNDA INVASIÓN DE MESOPOTAMIA
En 265, Odenato, actuando ya con plena autonomía, reúne un nuevo ejército e invade la Mesopotamia sasánida. Hasta entonces se había golpeado al persa pero no se había recuperado un ápice del territorio perdido. Esta vez el ataque será planificado detenidamente y con ambiciosos objetivos estratégicos. De nuevo se encontró Odenato con Sapor, y otra vez fue el persa derrotado. Y de forma tan decisiva que en la batalla varios de sus sátrapas fueron capturados, botín que no dudó en enviar luego como presente al emperador Galieno a Roma.
Una a una, las ciudades perdidas por los romanos en Mesopotamia fueron siendo recuperadas, y ciudades como Carrhae o Nisibis reciben de nuevo guarniciones romanas. En esta corta guerra de movimientos en la extensa región, la victoria correspondió de nuevo a Odenato, quien empujo a Sapor hasta su propia capital, Ctesifonte, ciudad a la que asedio con determinación. La intención declarada de Odenato era conseguir la liberación del emperador Valeriano, que seguía en manos de los persas, al margen de que también persiguiera ciertos objetivos prácticos de cara a mejorar la posición de Palmira dentro del circuito comercial mesopotámico (destrucciones en el área babilónica parecen apuntar a esta dirección, según el testimonio de algunas fuentes) . Sin embargo, un asedio de tal magnitud requería tiempo, por lo que los sasánidas consiguieron reunir un ejercito de socorro con tropas venidas de todos los confines de su imperio.
Los combates fueron cobrando intensidad: los persas tratando de romper el bloqueo desde el exterior y los palmiranos intentando evitarlo. Hasta que, vista la imposibilidad de lograr sus objetivos y que otros problemas reclamaban su presencia en territorio romano (los bárbaros habían irrumpido en Asia Menor y era requerida su presencia en ese teatro de operaciones), Odenato decidió levantar el cerco y regresar a Siria. Los persas habían sufrido grandes daños, tanto materiales como humanos, su territorio había sido devastado y habían sufrido innumerables bajas. Sapor había tenido ya suficiente y se olvidó de la guerra con los romanos. Por suerte para los romanos, Sapor moriría pronto (no es seguro, quizás en el año 270) y, con su hijo en el trono, iba a dar comienzo para esta nación un largo período de decadencia.
Odenato se encontró así al frente de la única fuerza militar del oriente romano. Consumado general, dispone, asimismo, de numerosas tropas personales, de lealtad inquebrantable y que se escapan a cualquier control imperial. Galieno, desde Roma, y totalmente superado por los problemas generados por los diferentes usurpadores y por los devastadores ataques bárbaros, se contentará por el momento con reconocer el actual status quo, otorgando ahora a Odenato el título honorífico de Corrector Totius Orientis. Éste, por otra parte, y pese a su aparente autonomía, no se cansará de dar muestras superficiales de lealtad al Imperio. A su vez, de cara a los pueblos orientales, adopta el título de Rey de Reyes, señal de que su poder se ha extendido probablemente más allá de las propias fronteras romanas......... La valentía, y experiencia militar de Ondenato, hizo que sus descendientes de la Doble Corona Teocrática de Tadmur, instituyeran en la Sede Teocrática de Oriente, por acto del 31 de Agosto de 1.895 (Cf. Reg. Nº 0912/1.895 A.D.). Autorizada el 15/09/1.895 A.D., por el Sacro Trono Primacial de los Romanos, por Rescriptum de S.M.I.R.A. Kyros Ioanes Daniel I Khristophoros, Megas Basileus, Basileus Basilion (1.867-1.923), la Orden de Ondenato II Augusto, orden de Mérito.
posted by ORDEN BONARIA at 2:50 AM
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